Lunes, 2 de abril a las 7:39h. (Héctor)

Estaba yendo al trabajo como todos los días. Justo antes de llegar a la Calle Este, me pareció ver a Helena. Primero pensé que era otra persona y no le di importancia pero se fue acercando y la reconocí, era ella. Entonces me sentí muy feliz, tenía tantas ganas de verla…

Vino corriendo y me dio un fuerte abrazo, seguido de un beso. Estaba más guapa que de costumbre.

-¿Qué haces aquí cariño? –le pregunté extrañado, mientras seguimos caminando cogidos de las manos.

-Venía de la peluquería y te he visto pasar. ¿Te gusta mi nuevo peinado?

Entonces me fijé, lo llevaba un poco más corto, por un poco más arriba de los hombros, pero sin mucha diferencia de cómo lo llevaba antes.

-Me encanta, estas guapísima –le dije.

-¿Seguro?

La besé, esta vez durante más rato y más apasionadamente.

-¿Esto responde a tu pregunta?

-Sí.

Sonrió dulcemente. Entonces me di cuenta de que ella era el amor de mi vida.

-¿Me acompañas al trabajo? –pregunté emocio-nado.

Asintió con la cabeza y nos fuimos cogidos de la mano. Al llegar nos despedimos rápidamente y entré a la oficina.

Al quitarme la chaqueta un pequeño papel cayó de mi bolsillo. Era una nota:

“En la playa a las siete y media, debajo de la palmera más grande. Te espero. Besos, Helena”.

 

 

Lunes, 2 de abril a las 10:27h. (Emily)

Aún seguía sentada en la misma silla. Ya no podía llorar más. Recordé el cuerpo de la chica escondido, ahora, en el armario. Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Quería volver a llorar, pero ya no podía.

“Pensaré en algún recuerdo bonito para sentirme mejor…” pensé. No tenía demasiados recuerdos bonitos. En seguida me vino en mente… el 23 de febrero del 2009…

“Por ser invierno, hacía bastante calor. Salí a la calle con tan solo una chaqueta fina gris. También llevaba unos pantalones tejanos estrechos y unos botines nuevos. El pelo negro lo llevaba recogido en una coleta perfectamente peinada.

Salía a dar una vuelta, ya que no me gustaba estar encerrada en casa. Decidí ir a buscar a alguna amiga.

De camino a casa de Lucia vi a Héctor. ¡Héctor! Iba perfecto como siempre, con una chaqueta azul oscuro igual que sus ojos y con unos tejanos claros. Aunque con cualquier ropa estaría guapísimo.

Tuve mucha vergüenza y me escondí. Me gustaba ese chico, desde hacía mucho tiempo. Pero no me atrevía a hablar con él. Con lo amigos que habíamos sido de pequeños…

Inmóvil y escondida en un portal, esperé a que se marchara. Pero no tuve suerte, ¿o sí la tuve? Me vio y se acercó más para hablarme.

-¡Hola Emily! ¿Qué haces aquí escondida?- me preguntó con su maravillosa sonrisa.

Me sonrojé muchísimo y le saludé flojito.

-¿Por qué siempre estás tan vergonzosa conmigo? Antes éramos tan amigos…

-Yo… Yo… No sé…- tartamudeé yo.

No me podía creer que se acordase de cuando jugábamos juntos. Estaba muy feliz.

-¿Sabes una cosa Emi? Te quiero –Izo una pausa i luego continuó, yo estaba paralizada- ¿Quieres ser mi novia?

No me lo podía creer. Creía que me iba a desmayar de la emoción. Era imposible…

-S-sí… claro… ¡Sí!

Él sonrió y me besó. Fue muy especial, fue lo más especial de mi vida. Eso y los siguientes meses juntos…

Hasta que la muerte nos separó, bueno, en ese caso, hasta que la muerte de mis padres nos separó.”

 

 

Lunes, 2 de abril a las 19:20h. (Héctor)

Estaba nervioso por la cita sorpresa que me había preparado Helena. Miraba impaciente el reloj. Se me había acumulado trabajo y si no lo acababa rápido llegaría tarde a la cita. Quedaban diez minutos.

“Esto aquí y… ¡Listo!” Por fin había terminado. Fui corriendo hacia mi nuevo coche, casi sin despedirme de los compañeros.

Seguro que Helena estaría guapísima y quería estar a su altura, pero no tenía tiempo de pasar por casa.

Al llegar a la playa no encontraba la palmera más grande. Empecé a desesperarme, hasta que al fin vi una muy alta cercana a la orilla, allí estaba Helena.

Fui corriendo hacia ella y la abracé.

-Hola –le dije jadeando por el cansancio.

-Hola cariño, te he echado de menos –me respondió ella, y nos besamos.

-¿Cómo te ha ido el día?

-Muy bien, ¿y a ti?

-También, tenía ganas de verte. Siento haber hecho un poco tarde.

-No pasa nada, amor.

Y nos empezamos a dar caricias, besos… tumbados en la arena.

-Aún no has cumplido el trato –me dijo un rato después.

“¿Que trato?” No sabía de qué hablaba. Pero enseguida me acordé, le prometí  irme a vivir con ella.

-¡Si ni me has invitado a tu casa!

-¿Qué casa? Yo vivo con mis padres… –me dijo un poco avergonzada.

Me quede sorprendido, yo creía que tenía una casa propia. Entonces ¿Qué haríamos?

-Yo también vivo con mis padres, ¿cómo quieres que vivamos juntos?

-Pues compraremos una casa -dijo tan tranquila.

Aún estaba más sorprendido. Pero estaba muy contento porque esto significaba que me quería, que quería ir en serio conmigo.

No sabía que decir, yo no tenía tanto dinero. Pero ahora que a mis padres les había tocado la lotería lo podríamos hacer, irme por fin de casa de mis padres, me encantaba la idea. Estaba muy ilusionado.

-¡Vale, me encantaría! –le respondí y lo celebramos continuando la noche romántica en la playa hasta que amaneció.

Me desperté muy rápido, me había olvidado que tenía que ir a trabajar y casi no había dormido. Me despedí de Helena y me marché con el coche.

Al llegar a casa mis padres se quedaron extrañados, pero no tenía tiempo de explicaciones, me preparé muy rápido y corriendo fui al trabajo, creo que podría llegar. Pero de lo que estaba seguro era de que no me podría quitar a Helena de la cabeza en toda la mañana.

Un comentario »

Deja un comentario